Cuando un hijo muere se produce el sentimiento de dolor más fuerte que jamás podramos experimentar. Sentimos que nuestra alma se destruye y que nadie podrá ayudarnos a aliviar ese dolor irreparable. Sin embargo, cuando un hijo decide quitarse la vida, pueden surgir mayores sentimientos de culpa y pueden aparecer preguntas como ¿qué podría haber hecho yo por ella o él?, ¿cómo no pude evitarlo?, ¿cómo no me di cuenta? Estos son tan sólo algunos de los interrogantes que suelen surgir cuando debemos afrontar la triste noticia del suicidio.

En estos casos, la asistencia profesional resulta fundamental al igual que el apoyo familiar. Negar lo que ha sucedido, la impotencia y frustración por no haberlo podido evitar son algunos de los primeros síntomas que pueden nacer luego de la muerte de un hijo. Sin embargo, ¿cómo podemos convivir con este dolor el resto de nuestra vida? Es necesario que como padre o madre consideres que:

  • Debes darte el tiempo que consideres necesario. Se trata de un golpe muy duro el que debes afrontar y el primer paso para ello es aceptarlo; no existe un marco de tiempo definido para hacer este proceso.
  • Es normal que al principio te puedas sentir responsable y culpable por lo que haya sucedido o bien que responsabilices a alguien de tu familia. Sin embargo, debes comprender que no eres responsable de las decisiones de tus hijos y que esta actitud no ayuda a la familia, que debe estar unida para afrontar una nueva reorganización en sus vidas.
  • Recurre a ayuda psicológica cuando sientas que no puedes sobrellevar la situación. Esto nos dará herramientas para aprender a convivir con esta ausencia física. También puede ser de utilidad participar en grupos de mutua ayuda en los que podrás desahogarte y encontrar experiencias similares a la tuya.
  • La familia y los amigos resultan pilares fundamentales durante este proceso de duelo. Es ideal que los padres puedan sentirse acompañados por sus seres queridos y que ellos están ahí para escucharlos y brindarles cariño.
  • No reprimas tus sentimientos. Si tienes ganas de llorar o de hablar sobre lo sucedido, hazlo. Esto te ayudará a sentirse mejor. Recuerden y dialoguen sobre los momentos que compartieron con él o ella.
  • Cada persona llevará el duelo de manera distinta y esto debe comprenderlo toda la familia. Cada uno muestra su dolor de una forma particular, sin que esto implique que sufre más o menos que la otra persona.

Esperamos que estos consejos sean de tu utilidad.

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