El duelo es la reacción emocional, física y espiritual ante la muerte de un ser querido o una pérdida significativa. Durante este proceso es frecuente que el doliente sienta emociones intensas como la tristeza o ira. Otras reacciones pueden ser físicas como la falta de sueño o espirituales como el cuestionamiento de sus propias creencias.

Para elaborar el duelo necesitarás tiempo para sanar las heridas gradualmente recomponiendo tu vida bajo una nueva realidad en la que ya no se encontrará la persona tan amada que falleció.

Cuando pierdes a un ser querido puede resultar difícil expresar el dolor que sientes porque tienes miedo de llorar frente a otro familiar o amigo entristeciéndolo por tus emociones. Esto estará bien mientras encuentres otros ámbitos y modos de expresar lo que sientes y canalices así el dolor por fuera de las actividades autodestructivas.

Recuerda que cada duelo es absolutamente personal por lo que no existe una manera correcta de hacerlo sino que te encontrarás por momentos pensando que nunca disfrutarás la vida de la misma manera mientras que cada persona necesitará su propio tiempo para encontrar alivio. Por lo tanto es importante que las personas que están atravesando un duelo no pierdan las ganas de vivir. Permítete estar triste e intenta no escaparte de tus emociones pero también intenta seguir adelante con tus actividades cuando te sientas capaz sin que esto signifique olvidarte de la persona que has perdido.

¿Qué sucede si el dolor parece empeorar? ¿Qué ocurre si con el pasar del tiempo sigues sintiendo un intenso dolor?

Es posible que el duelo que no se logra elaborar adecuadamente conlleve a procesos complicados como la depresión o que un estado depresivo pre-existente se agudice debido a una pérdida. La depresión enmarca un conjunto de trastornos psicológicos que comprometen el área afectiva, intelectual, física y social del ser humano. Según algunos autores, la depresión se caracteriza por la indiferencia, retraimiento, falta de expresión de los afectos, insomnio, irritabilidad, desinterés, desesperanza, apatía, necesidad exagerada de dormir, cansancio, retraimiento, incomunicación, entre otros factores.

Si bien algunas de estas características son comunes entre el duelo y la depresión, es importante acentuar las diferencias entre ambos.

A diferencia de este proceso, cuando la persona está inmersa en un cuadro depresivo severo, se siente incapacitada para sentir momentos breves de placer y para ser consolada por el apoyo de los amigos y familiares produciéndose un aislamiento social. Inclusive se siente imposibilitada de retomar las tareas diarias debido a emociones agobiantes y pensamientos tristes sobre la persona fallecida.

A veces, con el tiempo, el duelo puede derivar en depresión y hasta en ciertas ocasiones puede hacer que una persona piense en la muerte como una manera de reunirse con el ser querido perdido.

Para ello cada persona tiene un proceso cuyo ritmo será personal e interno donde es normal estar triste, débil y frágil por un período de tiempo. Sin embargo, si sientes que ha pasado ya un tiempo considerable luego de esta muerte y sientes que no puedes recobrar el rumbo de tu vida es posible que sea necesario que acudas a una ayuda psicológica profesional o tanatológica para así explorar miedos, dudas y fantasmas frente a muchas inquietudes que serán más difíciles de responder sin ayuda. Un Grupo de Apoyo también es de gran ayuda. Aquí tienes el nuestro: Grupo de Apoyo para el Duelo Consciente.