«Hay una cosa que es fundamental y básica: acá no hay ideologías políticas, no hay religión de por medio y es gratuito. Porque estas son las resistencias que tiene todo el mundo, “si es religioso no voy”, “si es de tal partido político no voy”, “¿cuánto me cobran?”. Nada de esto está en juego, lo importante es que acá somos todos papás, no hay profesiones, es un grupo autoconvocante y automanejable; obviamente los más experimentados ayudan a los que se inician pero no hay jefe ni alguien superior sino que hay un respeto absoluto por el otro papá. Acá no importa si sos médico, ingeniero, abogado, psicólogo o si la otra persona es humilde. No importa lo que seas, todos aprendemos de todos porque acá somos todas personas y las palabras más simples te pueden cambiar la cabeza mejor que las frases de los filósofos más prestigiosos del mundo.
En mi caso que voy a Belgrano, funciona dos horas los jueves donde primero hay un contar quién sos, qué te pasó y a partir de eso se va trabajando poco a poco cómo se siente cada uno con esta situación y algo fundamental es que no se da consejos ni nadie tiene derecho a dar consejos sino que lo que se hace es contar su propia experiencia, entonces vos contás que te pasó a vos. Algo simple: una mamá puede preguntar ¿hay que ir al cementerio o no hay que ir? Y alguien podrá decirle “yo fui todos los días”, otro podrá decirle “yo no fui”. ¿Qué se hace con la ropa? “yo la doné al día siguiente”, “yo tengo la habitación intacta desde hace cuatro años”. Cada cual toma lo que le parece y va con su propia historia y con su propio ser. Algunos pueden decir “yo voy todos los días a la Iglesia”, “yo lo puteo a Jesús”.
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Acá los sentimientos no son ni buenos ni malos, son sentimientos. Una cosa que hay que entender con el doliente es que es el golpe a la autoestima, ya no sos la persona que eras antes entonces cómo se empieza a vivir esta nueva vida a partir de esquemas anteriores que tenía pero ¿ahora cómo me acomodo? En algún libro que he leído dice que para entender la muerte hay que ser Dios sino no entendés la muerte. En mi caso mi hijo de 13 años era fuerte, sano, capitán de natación, rugbier… en dos segundos se fue. Y vos decís por qué, qué pasó. Un chico súper controlado, cuidado, no con lujos pero sí controlado, con salud, con una buena educación. En vacaciones salió del mar, cinco minutos jugó con el primito de diez años y se quedó. Y vos decís ¿cómo se entiende esto? Una mamá estaban sus dos hijas esperando el colectivo y una se murió y la otra no y entonces por qué le tocó a mi hija y no a la de al lado, por qué no le tocó a ninguna.
Lo primero que hay que desterrar es la pregunta del por qué, no existe una respuesta. Las personas que son más culpables dicen “si yo hubiera hecho tal cosa…”; bueno hay que bajar la locura y la omnipotencia y pensar que yo no soy Dios para darle la vida a nadie ni sacársela. Entonces yo no podría haber hecho nada para salvar la vida de mi hijo. Por supuesto que lo cuidé, era capaz de dar mi sangre pero una cosa que uno aprende es que Dios o el creador o la energía o ponele el nombre que quieras no es un comerciante. Yo no puedo decir que si yo hubiera dado mi sangre, mi hijo se hubiera salvado. O si yo hubiera dado mi vida o si yo hubiera rezado se hubiera salvado. No es una contraprestación económica, no es yo te doy y vos me das. ¿Por qué no es así? Yo no lo sé ni nadie sabe pero esta cosa de bajar la locura y de decir “si yo hubiera hecho…”, “si yo hubiera rezado…”, “si yo hubiera sido una mejor persona…” Uno debe ser mejor persona por uno, no por negociar que mi hijo se hubiera salvado».
Ver otro extracto de la Entrevista: Como Elaborar el duelo por pérdida de un hijo lo mejor posible
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