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Transcripción del Audio de la Entrevista:
«Todos somos diferentes. A veces podemos decir que hay características que son propias de los hombres o de las mujeres pero nada está marcado que a todos los hombres les gusta el fútbol ni que a toda mujer le gusta cocinar. A mí no me gusta el fútbol y hay gente que no le gusta cocinar. Cualquiera es respetable en lo que hace. Pero hay algunas características. Las mujeres son más dolientes, más culpógenas. Los hombres son más callados, más de la acción mientras que la mujer es más de la palabra y la culpa, el hombre es más de irse. Hay cuestiones que tienen que ver con conductas de género.
La otra parte que nos queda es la parte individual que tiene que ver con nuestra propia historia. Por ejemplo hay matrimonios que la mujer le dice al marido “pero cómo no lloras, no sentiste nada por tu hija, como no vas a llorar” y la mujer lo vivía gritando al marido porque no lloraba y eso no quiere decir que no lo sienta. Entonces hay características de cada uno y los sentimientos no son ni buenos ni malos, son sentimientos. ¿Qué hace que alguien elabore mejor el duelo que otro? El duelo es un trabajo, encima de que estamos partidos por la cabeza tenemos que trabajar y uno tiene que hacer cosas para sentirse mejor y entender que la vida es algo más que lo que venimos viendo hasta ahora.
O sea alguien puede decir, por ejemplo mi caso, mis hijos adolescentes, fuimos a Disney, estamos contentos, no tenemos problemas económicos, una familia chiquitita, básica, un departamento tranquilo, el perro, el gato y estamos todos contentos. Y de golpe nos partieron la cabeza, entonces yo no era una mala persona, era solidario, ayudaba y me pasó esto, ¿y ahora qué hago con esto?
Al poco tiempo de esto lo llamé por teléfono a Claudio María Domínguez, antes de que fuera el boom que hay ahora, y le pregunté qué hago y me dijo vení a la conferencia que doy hoy a la tarde y habló todo el tiempo del tema del duelo y dijo en el Tíbet aprenden desde chiquitos que la muerte y la vida forman parte de la vida entonces empiezan a entender que es así y lo que tenemos es una cáscara y que la persona es otra cosa, que es algo más que esto, que tiene un rato un envase que es un cuerpo y que este cuerpo después se va y que seguimos siendo personas. Pero a nosotros no nos enseñaron esto entonces qué se hace, tengo que aprender otra historia, otra cabeza y tratar de entender esto a los golpes.
Ojalá que la gente pueda entenderlo de otra forma y pueda entender que se pueda vivir de otra forma más sana porque hay gente que dice “mi sentido en la vida era mi hijo, se me fue mi hijo y ahora qué hago con esto” entonces por supuesto que hay gente que se quiere matar; vos pensás que tu hijo va a estar mejor si vos te matás. Si querés matarte, matate. Nadie dice lo que tenés que hacer, nadie te va a decir está bien matate, está bien no te mates. O sea nadie te va a inducir pero cada cual hace lo que quiere. Entonces empecé a entender que la vida es algo más que mi hijo, yo soy una persona y mi hijo es una persona.
Lo que yo digo es que a mi hijo le tocó irse primero, es terrible. Hay un libro maravilloso que se llama “Cuando la gente buena sufre” es un libro de un rabino que era muy buena persona y a los 40 años de él y a los 3 años de su hijo le detectaron una enfermedad terminal a su hijo y que a los 13 años se iba a morir. Se empieza a degenerar la enfermedad y a los 13 años el hijo muere.
Este libro es uno de los más importantes que tienen que ver con el duelo. Y él plantea esto “si yo era bueno, era un rabino, ayudaba a todo el mundo, con una familia buena, ¿por qué me tuvo que pasar todo esto?”. Entonces empieza a plantear su relación con Dios y empieza a establecer una relación diferente y este tipo ayudó a quienes pasamos por algún tipo de duelo porque nos planteó una relación vida-muerte y una relación con un ser superior o como quieras llamarlo de una forma diferente.
El tipo termina el libro diciendo “yo cambiaría todo esto porque me devuelvan a mi hijo” que es lo que digo yo, puedo ser mejor persona ahora pero lo cambio todo por mi hijo pero yo no puedo negociar, me tocó esta historia y no puedo negociar. Dicho por este rabino que ayudó a 200 millones de personas y hay que aprender a vivir así».
Ver extracto de Entrevista: ¿Cual es la mejor forma de superar el duelo?
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