¿Cuál es el mejor homenaje para alguien que ya partió?
¿Se puede fortalecer el vínculo a través de un homenaje?
Por Leonardo Goffi
Cofundador de ManejoDelDuelo.com
Filósofo de esquina, soñador empedernido y buscador incansable.
¿Es importante homenajear a un ser querido cuando se muere? De qué sirve?
¿Organizamos una ceremonia religiosa o el ritual que se acostumbre? ¿Sólo una reunión familiar? Y después ¿qué?… Un evento y ¿ya?… ¿Los honramos en aniversarios y recordamos en feriados? ¿Qué tal un poquito cada día o mucho de vez en cuando? ¿Es sano seguir en el tema? ¿Es preferible pensar en otra cosa? “¿Seguir adelante?”
Más preguntas que respuestas, sin duda… madre mía! sintiéndonos despedazados por dentro. ¿Cómo enfrentamos todo esto?
Intencionalmente, esta reflexión tiene más preguntas que respuestas.
Invita a la reflexión y a tu propia búsqueda. ¿Por qué? Porque si bien tenemos mucho en común como seres humanos, finalmente todos somos distintos. No hay una respuesta universal a las preguntas profundas de la vida.
Con tu permiso, voy a pensar en voz alta, con mi teclado como interlocutor, con la esperanza de compartir una perspectiva que de pronto pueda ayudarte. Quizás juntos encontremos algunas pistas :-) Pistas para que encuentres tus propias respuestas.
Empecemos por entender el significado de la palabra “homenaje”.
La palabra homenaje tiene su origen en la edad media y constituye un juramento de fidelidad hecho por un noble o clérigo a un señor feudal. Era una suerte de pacto en donde ambas partes se comprometían al vínculo. El señor feudal obtenía fidelidad y el noble o clérigo obtenía privilegios como derecho a tierras, autoridad y otros beneficios.
Entonces, si un homenaje era parte de un pacto o juramento entre partes, que tal si por un momento, usamos la imaginación buscando algunas respuestas. ¿Te animas?
Cambiemos por un instante la realidad. Imagínate que fue distinto, que el que falleció fuiste tú y no tu ser querido; sin dolor, sin drama, pero con la perspectiva que esta situación nos puede brindar.
En cierto momento pasado se dio una conversación bonita, tranquila y tierna. Se habló con naturalidad de lo lindo que los une, los sueños compartidos y las experiencias más memorables. Todo eso en un lugar especial para ambos. Y tú después de pensarlo bien, desde el alma, y considerando su bienestar y alegría le dijiste:
“Me gustaría que cuando yo muera, recordaras los momentos más especiales que vivimos, que recordaras mi esencia y que integres las partes de mi que más te reconfortan.
Quisiera que nunca olvides la belleza que tienes dentro y que vivas la vida a pleno.
Que tu homenaje sea recordarme con una sonrisa y si te nace, con un lindo sentido de complicidad. Te agradezco en el alma quien eres, quien has sido y quien sé que puedes llegar a ser.
Torturarte no me honraría. Desaprovechar tu vida tampoco.
Quisiera que recuerdes quien eres realmente, que honres tus sueños… Sospecho que cuando llegue el momento predestinado nos reencontraremos de una forma u otra :-) “
Wow, inevitablemente pensé en mi querida Jessi cuando hice este ejercicio y esta charla; este pacto lo voy a sellar hoy mismo. No quisiera que sufra por mí si me voy primero, ni que desaproveche la vida.
Y viajando mientras pienso en voz alta, sin duda, reconozco que tengo muchas pérdidas que todavía no he integrado, me dan ganas de extender el viaje.
¿Qué rescato de cada familiar que ya no está? ¿Con qué me quedo? ¿Qué integro a mi Ser?
De mi madre Marta, que partió cuando yo tenía 8 años. De ella rescato de los recuerdos y mis investigaciones que era muy leal a su familia, que tenía un gran corazón y defendía a muerte a los que consideraba “los suyos”. Mi homenaje para ella es seguir buscando más información sobre su vida y asegurarme que en Manejodelduelo.com haya información para quienes, como yo, han perdido a su madre a una temprana edad.
De mi abuelo Emilio, agradezco profundamente que siempre se tomó el tiempo para cuidarme y para reflexionar conmigo. Recuerdo las largas charlas sobre espiritualidad, las idas a la cancha a ver a mi querido Racing Club y las salidas al cine que tanto le gustaban. Si bien él no tuvo la oportunidad de estudiar mucho y no contaba con muchos recursos económicos, fue muy generoso con su tiempo y me enseñó mucho. Creo que a mi querido Lelo quiero homenajearlo continuando su deseo de estudiar más sobre espiritualidad y conociendo muchos lugares como a él le hubiera gustado.
De mi abuela Julia, recuerdo que siempre nos atendía bien y velaba por nosotros. Recuerdo su carácter fuerte y su amor incondicional. Tenía un par de platos que nadie nunca podría hacer como ella. Las papas fritas más feas, pero más deliciosas del mundo. ¡No se podían encontrar dos papas del mismo tamaño! Una receta induplicable que sólo a ella le salía así. La tortilla de papas española y también los ñoquis que nos deleitaban de tanto en tanto. Me gustaría que hubiese sido más generosa consigo misma y que disfrutara más la vida. Quizás tratarme bien y vivir en plenitud sea la mejor manera de homenajearla.
De mi abuelo Alfredo, recuerdo su pulcritud, su disciplina, su buena fe y su hábito de caminar 100 cuadras todos los días. Lamento no haber sabido perdonar a tiempo algunas diferencias que tuvimos donde él buscaba enseñarme por medio de la disciplina. Recordarlo cuando salgo a caminar y no ser tan rápido en juzgar a las personas puede ser un lindo homenaje para él.
De mi abuela Maria, quiero resaltar su creatividad y atención al detalle cuando se trata de cocinar. Creo que como ella, veo cada preparación de una comida como una oportunidad de expresión. Sus milanesas napolitanas y sus papitas al horno eran de ensueño. Siento que esa parte de ella vive en mí. Un lindo homenaje sería recordarla cuando cocino. Y de acompañamiento, creé la receta de las «Papitas Maria» , cuya foto comparto aquí con ustedes.
La partida de mi prima Rosana fue muy dura para mí. Lo reconozco ahora, escribiendo estas líneas. Fue un duelo que enterré. Traté de huir. Traté de esconder el dolor. Es que partió muy joven… Es que era un alma muy pura. Tenía un sentido del humor negro, astuto y delicioso. Era una persona de bien, sincera hasta más no poder. Incorruptible, una altruista empedernida. Graciosa, consciente y amorosa. Prueba de que ser bueno no te absuelve de morir. Que te vas cuando te toca. Mi homenaje para Rosana es ser fiel a mis principios, a mi esencia y dejar de pretender ser otro personaje para encajar, para llenar las expectativas o roles que otras personas esperan de mí.
Me arrancaste una lágrima escribiendo esto prima, pero está teñida de tu sinceridad, de tu calidez y de tu deseo de vivir en un mundo mejor. Te lo agradezco. Es una de esas lágrimas que transforman, que nutren y que valen la pena.
Consulté a la Psicóloga Paulina Ramirez, sobre ¿Cuál es el mejor homenaje para alguien que ya partió? Esto me dijo:
Me pregunto si se me fue la mano en esta autoterapia narrativa, si se hizo muy larga la reflexión. Sobre todo en esta era de tuits de 140 caracteres, el corre-corre y de la mentalidad de supervivencia y competencia. Mi esperanza es que estas reflexiones y el asesoramiento de nuestras expertas puedan servir para que algunas personas rescaten aspectos transformadores de cada uno de sus duelos. A que sanemos temas pendientes y que de esa forma podamos aprovechar la vida, aunque sea, un poquito más.
Gracias por leerme. Hasta la próxima “Reflexión del Duelo”.
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