Cuando una familia atraviesa la dolorosa experiencia de tener a un familiar con enfermedad terminal, es usual que sus miembros no sepan cómo acompañar de manera adecuada a las personas en esta etapa difícil de su vida. La muerte de un enfermo terminal suscita profundas emociones en quienes lo asisten.

Todo lo que hasta ese momento era seguro y permanente se desmorona frente a los arduos problemas que se suscitan al preguntarse por qué deben atravesar este sufrimiento y la muerte. Sin embargo, los familiares del paciente en fase terminal deben acompañarlo, atenderlo y cuidarlo con las siguientes responsabilidades:

 

– El paciente debe ser el primero en saber sobre la presencia de una enfermedad terminal explicándole los tratamientos y sus consecuencias. Confía en los profesionales que están atendiendo a tu familiar. Realiza todas las consultas que consideres necesarias.

– No olvides que quien padece una enfermedad terminal necesita hablar y requiere que usted lo escuche. Transmite al paciente cariño e interés por él escuchándolo y hablándole. No temas si desea llorar o expresar sus emociones. Un excelente recurso es el buen humor para romper la tensión.

– No obligues a los niños a visitar al familiar. Sé constante con tus visitas, procura que no sean muy largas pero sí regulares. Permanece cerca físicamente: toma su mano, bríndale un abrazo, acarícialo, míralo a los ojos.

– Sé tolerante con los cambios en su estado de ánimo. Recuerda que el paciente está atravesando un momento de sumo dolor físico y emocional. Recuerda que es usual que un enfermo terminal piense que es un estorbo para la familia por su impedimento físico y emocional para tomar decisiones.

– Respeta las creencias espirituales del paciente. Estas suelen proveer un bienestar profundo en los enfermos y si usted intenta sustituir éstas creencias por otras mostrará no sólo falta de respeto por las elecciones que ha hecho sino también precipitar conflictos y tensiones innecesarios. Promueva canciones, libros y otros recursos espirituales que le permitan tomar confianza y fuerza para conectarse con su dimensión espiritual.

– Sé respetuoso de sus tiempos para ordenar sus ideas, miedos, emociones y sentimientos. Son momentos en los que el paciente hace un recuento de su vida e identifica sus asuntos pendientes. Es importante que en estos momentos de tristeza e ira usted pueda ayudarlo a recordar los bellos momentos que ha vivido y los aspectos positivos que ha tenido su paso por este mundo.

– Un enfermo terminal no sólo piensa en su propia muerte sino en la tristeza que ésta ausencia generará en sus familiares. Habla con él sobre su partida, dile que estarán bien, que lo quieren mucho y que no se preocupe por ustedes.

 

Acompañar a un enfermo terminal en sus últimos meses de vida enfrenta a los familiares con la propia muerte. El acompañamiento tiene sus momentos fuertes y débiles, sus dudas, sus silencios, sus progresos y sus retrocesos. Se trata de una labor sumamente desgastante tanto desde el punto de vista físico como emocional por lo que es primordial que el acompañante respete el mundo interior del enfermo hasta que él nos permita entrar en él o bien apartarse cuando él desea permanecer sólo consigo mismo.

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