Si bien el duelo es único y personal de acuerdo a cada ser humano, es posible distinguir en este proceso una serie de etapas que son comunes a todos ellos. Luego de una Etapa de Reproche y Negociación (aunque no necesariamente en ese orden) el doliente se puede sumergir en una profunda depresión en donde quizás se vea invadido por una gran tristeza que lo lleva a un debilitamiento y adelgazamiento. Suelen describir esta etapa como un proceso de gran vacío y melancolía por el tiempo vivido y compartido que ya no volverá. En este sentido, la depresión surge en promedio a los 8 ó 10 meses de producirse esta pérdida (aunque no hay un tiempo definido exactamente) como resultado de haber tomado conciencia de esta muerte ya que se fracasa en el intento de alejarse de la realidad que tanta angustia provoca.

Durante esta fase es usual que los dolientes tengan pensamientos tales como ¿Cuál es el sentido de continuar con mi vida? o ¿Para qué seguir si ya no está él o ella? siendo sus principales síntomas los siguientes:

–  El doliente se suele mostrar intranquilo y con poca paciencia respecto a su proceso de recuperación. En este sentido, es usual escuchar frases como “estoy cansado de tanto sufrimiento”, “ya no puedo seguir de esta manera”, etc. Buscan una salida rápida a su proceso de duelo.

– Se siente un agotamiento físico y mental por lo que suele mostrarse con ganar de dormir durante más horas. No se trata de una reacción defensiva que busca evadir esta muerte sino que se trata de una necesidad del cuerpo que requiere de descanso ante un prolongado período de estrés.

– Siente con mayor profundidad la falta de contención familiar y social por considerarse que ha pasado un tiempo prudencial para su recuperación (presión social y/o familiar).

– Es usual que muestre desesperación, irritabilidad e impotencia frente a esta pérdida. Esto se debe a la toma de conciencia sobre lo irreversible de esta muerte.

– Durante esta etapa, el doliente suele hacer un análisis de quiénes estuvieron con él durante este tiempo, cómo es su realidad actual, cómo ha repercutido esta pérdida en su mundo, etc. Es un ejercicio que se repite incansablemente durante esta fase de depresión pero que no suele ser comunicada a sus familiares.

– Durante esta etapa los dolientes suelen mostrar una necesidad de estar solos por momentos no muy prolongados en su habitación. El cuerpo, cansado luego de tantos meses de angustia, busca descansar sin que nadie lo moleste.

¿El resto de la familia y amigos puede hacer algo para ayudar?

Si bien tanto los familiares como el doliente sienten que esta etapa durará para siempre, es importante que la familia sea paciente y considere las siguientes sugerencias para acompañar esta fase de respuesta normal ante la pérdida. ¿Cómo hacerlo? Pues, de esta manera:

– No le sugieras al doliente que mire el lado positivo de esta pérdida.  Es importante que el doliente atraviese este proceso en su totalidad para sanar las heridas de esta pérdida. Se trata de un estado temporario en el que este tipo de palabras de aliento pueden resultar contraproducentes para enfrentar y sanar este dolor.

– Sé paciente frente a las reacciones del doliente. La irritabilidad e impotencia frente a la pérdida puede provocar situaciones de tensión dentro de la familia.

– Muéstrate siempre dispuesto a escucharlo y contenerlo. Es una etapa en donde el doliente busca expresar en palabras su dolor en su intento de afrontar esta irremediable realidad.

El dolor es un proceso necesario de curación por lo que esta etapa de duelo será normal mientras se prolongue durante un tiempo prudencial. En caso de observar que el dolor ha paralizado tu vida por una cantidad de tiempo importante, es recomendable recurrir a un asesoramiento profesional para que te acompañe en la recuperación de tu vida cotidiana mediante la sana aceptación de esta pérdida.