Emily McDowell vivía una vida absolutamente normal con su familia en Estados Unidos. Sin embargo, con tan sólo 24 años esta diseñadora gráfica fue diagnosticada con un linfoma de Hodgkin Etapa 3 que cambiaría su vida para siempre. Era el año 2000 y Emily debió mudarse a Boston para comenzar su tratamiento. Los meses que siguieron a este diagnóstico fueron duros…  no sólo Emily estaba en shock sin comprender por qué ella debía sufrir esta enfermedad tan temida sino que además debió atravesar 9 meses de un largo tratamiento con quimioterapia y radioterapia que afectaba irremediablemente su salud física. Finalmente, esta valiente mujer había ganado su principal batalla… ingresó en etapa de remisión y se curó definitivamente del cáncer que padecía.

 

Sin embargo, Emily confiesa que lo más doloroso en este tiempo no fue perder su pelo o sentirse agotada tras un arduo día en el hospital… a ella le dolía perder a sus amistades que no sabían qué decirle o qué hacer frente a su dolor. En el momento en donde nuestro ser querido necesita nuestro apoyo más que nunca, no encontramos el lenguaje adecuado para hablar con ellos. Ella sentía un fuerte aislamiento y soledad… sus amigos cercanos y miembros de la familia desaparecieron poco a poco debido no sólo al dolor que le producía ver a Emily enferma sino principalmente porque no sabían qué decirle o porque utilizaban expresiones inadecuadas. Más de una década después de esta experiencia, Emily debió sufrir una pérdida que generó en ella un gran dolor. Una compañera de la universidad y entrañable amiga murió en el año 2011 tras padecer de cáncer. Esta ausencia fue para ella un llamado de atención que ni siquiera había experimentado con su propia enfermedad. Su amiga había vivido siempre de acuerdo a sus propios valores y creencias por lo que el mejor modo de rendirle homenaje a su memoria era teniendo ella misma una vida más auténtica.

 

Fue entonces que decidió dejar atrás el trabajo estable en el que se encontraba para comenzar su propio camino. Emily sentía que ser superviviente del cáncer no podía ser un hecho en vano en su vida. Ella debía compartir su experiencia personal como un modo de ayudar a otras personas que ahora atraviesan una situación similar a la que Emily ha vivido. Fue entonces que con arduo trabajo pero con la convicción de que nadie podría detener sus sueños, Emily creó bellas tarjetas empáticas para que los amigos y familiares puedan regalar a un ser querido que padece una enfermedad crónica o terminal pero que no encuentran las palabras apropiadas para acompañarlo en esta experiencia. Se trata de un proyecto que rondaba hacía muchos años en la mente de Emily pero que hace tan sólo unos meses pudo hacerse realidad.
¿La clave de este maravilloso proyecto? Poder conectarnos con nuestros seres queridos enfermos a través de un vínculo basado en la verdad y en la comprensión… porque el objetivo de estas tarjetas es hacer sentir que este familiar o amigo es reconocido, escuchado y amado. Se trata de un modo simple pero personal de estar presente con la persona que está luchando contra esta enfermedad y decirle esas sanadoras palabras “Yo estoy aquí contigo”. Es que estas tarjetas comparten mensajes reflexivos, a veces humorísticos pero indudablemente sinceros… algunas de las tantas frases que a ella le hubiese gustado oír cuando estaba enferma.

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